miércoles, 23 de noviembre de 2011

Casa Tomada

Casa Tomada
¿Alguna vez te preguntaste cómo reaccionarías si te robaran? ¿Y si eso fuera tu tesoro más preciado? ¿Si eso hubiera sido una herencia, el rezago de toda tu familia? ¿Te preguntaste algún día que te sucedería si de pronto, tras un ruido detrás de la puerta, te encuentras con tu casa tomada? El humano es único. Pero a la vez, es un ser de variedad magnífica: sus individuos son sumamente diferentes entre ellos. Es eso, acaso, lo maravilloso del hombre: la distinción, lo particular de cada reacción, de cada mirada, cada pensamiento. En una primera lectura, me sorprendió la desidia de Irene y su hermano. Me impactó la resignación, la carencia de indignación. No obstante, no deja de estremecerme la profunda rutina de abandono que entablaban ambos. La relación entre Irene y su hermano, que hasta podría considerarse fría, con una distancia perturbadora. Cada uno ensimismado en sus pequeños actos, que podrían observarse como un método de desahogo, de canalización: en los tejidos de Irene, y su familiar con su eterna literatura francesa. Sin embargo, con el tiempo, supe ver en aquellas actividades las pequeñas tradiciones, rutinas que los hacían felices. Llegué a interpretar sus hábitos como ritos, movimientos dados para su convivencia, en esa casa espaciosa y antigua. Como hallaban en cada limpieza una sensación de jactancia: “Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia”.
Por ello, me resultó intrigante la reacción de los hermanos frente a una situación que corrompe su orden establecido, un “otro” (que se manifiesta a través de ruidos) que los alejo de su receta para la armonía. En la primera ocasión, el hermano de Irene oyó ruidos tras la puerta, la cual se encargó de cerrar precipitadamente, aunque prefirió ir a la cocina, calentar la pava y recién en ese instante, comunicarle a su hermana lo sucedido: “Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo”. A esta noticia Irene reaccionó dejando caer su tejido (su rito), aunque, luego lo escogió diciendo “Entonces tendremos que vivir de este lado”.
Sin embargo, luego recordé lo que el mismo narrador había confesado, lo que podría haber sido la causa de su resignación y no reclamo sobre sus casa:”Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.”. ¿Y si que les hallan tomado la casa significaba un alivio para ellos?¿Si realmente preferían que su casa este habitada por desconocidos antes que por sus “vagos y esquivos primos”?¿Preferirían ustedes esto?¿Se quedarían en la calle, sin sus pertenencias, para que su CASA fuera TOMADA?

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